Tres patas y una de recambio - Historias Mallorca Veterinaris

Tres patas y una de recambio

Tres patas y una de recambio”, esto nos decía un conocido veterinario de origen argentino afincado en Estados Unidos cuando hablaba de los perros que, desgraciadamente, pierden una extremidad. Durante mi carrera como cirujano lamentablemente he tenido que amputar algunas extremidades de pacientes que lo requerían. Tanto de perros como de gatos. Casi siempre fue secundaria a un accidente muy grave o por un cáncer.

Siempre me ha maravillado la capacidad de adaptación que demuestran estos pacientes. A las 24-48 horas se mueven ya con absoluta normalidad. Da igual que pierdan un brazo o una pierna. Indefectiblemente, nuestros amigos recalculan automáticamente su nuevo punto de equilibrio y en pocas horas redistribuyen la carga de su peso sobre las tres extremidades que les quedan. Habitualmente esto provoca un incremento de la musculatura (sobre todo de la extremidad contralateral), que en pocas semanas se fortalece para hacer frente a su labor incrementada. Por otra parte, se sienten aliviados y responden muy bien a los tratamientos contra el dolor. Esto nos hace pensar que el dolor previo debe ser muy intenso, aunque ellos no nos lo demuestren.

La historia de Sol

Sol es un perro de 13 años que nos acudió a consulta por cojera de la extremidad posterior derecha. Le ocurría desde hacía unos días, pero con su edad, sus propietarios pensaron que sería artrosis. Tenían previsto venir, pero avanzaron la visita porque notaron la parte de la rodilla bastante inflamada. No se habían dado cuenta antes porque Sol tiene el pelo largo.

Cuando llegó a la consulta Sol no apoyaba la pata. Lo subimos a la mesa de exploración, pero no nos dejaba tocarle la zona de la rodilla porque le dolía mucho. De modo que propusimos continuar el examen bajo sedación para evitarle el dolor.

Radiografía de Sol - Historias Mallorca veterinarisLas radiografías nos preocuparon mucho. Había una amplia parte del hueso que había desaparecido, es decir, que había sido destruida. La rótula, por ejemplo, apenas podía identificarse. Como Sol estaba dormido, pudimos sacar muestras para enviar a los laboratorios de microbiología y patología. Mientras esperábamos los resultados empezamos tratamiento analgésico para que se sintiera mejor, pero también antibiótico, ya que había posibilidades de sufrir una infección de hueso (osteomielitis) y le vendamos la patita para evitar una fractura patológica.

Los resultados de las pruebas fueron compatibles con un cáncer de hueso. Las opciones eran pocas. Si queríamos que Sol sobreviviera le deberíamos cortar la patita. Los propietarios ya estaban advertidos de que esto podía ocurrir y decidieron que le operáramos lo antes posible.

La cirugía fue bien. Sol quedó hospitalizado sólo unas horas porque nos demostró claramente que quería irse a casa. Aullaba y sólo se calmaba cuando le cogías en brazos. Con la medicación, el dolor estaba controlado y decidimos adelantar el alta hospitalaria para que pudiera irse con su familia.

Al día siguiente contactamos con los propietarios que nos dijeron que evolucionaba bastante bien y hoy, dos días después de haberlo operado y fiel a la frase lapidaria de nuestro mentor, Sol deambula por toda la casa con sus tres piernas.

La “de recambio” la hemos enviado al laboratorio para una segunda biopsia, lo que debe permitirnos ratificar el diagnóstico y valorar si Sol es un buen candidato para la quimioterapia.

 

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