El pediatra de mis niños

Cada vez que me acuerdo se me dibuja una sonrisa en la cara. Quizás ya me habréis oído contar esta anécdota, que ocurrió en La Fira de Sa Perdiu de hace un par de años. Ibamos paseando por la fira cuando nos encontramos a una pareja de clientes. Ellos iban acompañados por unos amigos de la península y cuando nos vieron hicieron las presentaciones diciendo «te presento a Rosa y Oriol, los médicos de nuestros niños».

Más allá de la anécdota es una manera simpática de referirse a tu veterinario, pero si lo analizáis bien tenemos mucho en común con los pediatras. Nuestros pacientes no hablan y nos lo tienen que contar todo sus «padres» como diría aquel cliente. Tampoco vienen solos al médico y existe una relación muy estrecha entre propietario y paciente y por extensión con su veterinario.

Cuando tratamos a perritos y gatitos jóvenes forjamos una nueva relación que suele alargarse durante muchos años. Todos aquellos durante los que acompañaréis a vuestra mascota a la clínica. Los veterinarios somos muy conscientes de la responsabilidad que ello supone en todos los sentidos. Además cuando los perritos y gatitos son tan jóvenes están mucho más expuestos a peligros y enfermedades. Por ello la frecuencia de visitas debe ser elevada, tal y como ocurre con los pediatras y los niños.

Debemos empezar por hacer una primera valoración de su estado general. La primera visita es importantísima. Entramos en contacto por primera vez con el paciente y muchas veces con el propietario. Detectamos problemas heredados y malformaciones que no siempre son evidentes para vosotros. Es común encontrar hernias en el ombligo o las ingles, defectos en los ojos, problemas respiratorios y en el caso de los gatitos, ¿quién no ha visto alguna vez alguno con problemas respiratorios o en los ojitos? También revisamos las heces. Según de donde venga podemos encontrar parásitos intestinales e incluso a veces pulgas.

Si no hay problemas, solemos desparasitar al animalito y citaros para una segunda visita donde, además de revisar la evolución de posibles problemas, solemos aplicar la primera vacuna. Según se trate de gatitos o perritos seguiremos un programa vacunal diferente, pero invariablemente nos iremos viendo cada mes a lo largo de su primer año de vida. Durante este periodo de tiempo iremos haciendo otras intervenciones, como la implantación del chip e iremos adaptando los tratamientos preventivos que tenga que tomar a su nuevo peso, porque como ya sabéis él irá estirándose, ensanchándose y engordando.

Sin darnos cuenta habremos hilvanado una relación entre veterinario, mascota y propietario que más de una vez termina en una amistad profunda y duradera.
En los últimos años la medicina veterinaria ha copiado (dejadme que lo diga así), pero también podríamos haber dicho adaptado; el sistema de mutuas de la medicina humana. Esto permite que esta relación triangular que describíamos antes se vuelva aún más fluida, ya que saber de antemano que ese día no pagarás nada elimina una barrera invisible a la hora de acudir al veterinario.

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