
13 Dic Enhebrando la aguja
Poner manos a la obra
Había una vez un hombre con tanta mala suerte que se sentó en un pajar y se clavó la aguja.
Este chiste de Eugenio me hizo mucha gracia. Ciertamente está bien pensado, pero no tendría ningún sentido para alguien que no conozca el dicho «es más difícil que encontrar una aguja en un pajar». Y ya puestos me acordé de un dicho catalán que traducido literalmente sonaría así “poner hilo a la aguja, o sea, enhebrarla” y que en castellano tiene su equivalente en poner manos a la obra.
Los hilos y las agujas también vienen a las consultas veterinarias, pero no solos. Suelen venir clavados en un paciente. Si se la clavan en el culo (como el desdichado hombre del pajar) seguro que se la quitarán sus propietarios y probablemente no vendrán a la clínica, pero a veces no es tan fácil.
La semana pasada vino un gato con una aguja clavada en la boca. Por suerte, los propietarios le habían visto jugando con el costurero. Luego vieron que hacía movimientos extraños con la boca y que salivaba. Cuando le llevaron a la clínica no se dejaba abrir la boca y tuvimos que sedarlo. Una vez dormido, pudimos retirar la aguja de la base de la lengua. Afortunadamente no llevaba ningún hilo.
El problema del hilo es que se lo tragan (con o sin aguja) y provocan un repliegue de las tripas que acaba siempre con cirugía. Esto le ocurrió por ejemplo a Salem. Un gato que vino hace un par de años. La aguja nos sirvió para identificar mejor el problema, porque se veía perfectamente en la radiografía. También se veía cómo las tripas estaban juntas como un acordeón. Gracias a la rápida intervención evitamos que el mismo hilo llegara a perforar la tripa replegada.
El caso más extremo que tuvimos en nuestra clínica fue el de Pancho, que engulló un pincho de barbacoa. Se lo zampó deprisa para que no le regañaran sus propietarios y se tragó la carne y el hierro. Como ya te habrás imaginado, también tuvo que pasar por el quirófano…
De todo esto me gustaría que saliera algo positivo: procura que tus animales no jueguen con hilos, cuerdas y por supuesto con ningún objeto puntiagudo.
Antes de acabar permíteme que te cuente la última anécdota. Ésta no es mía, pero vi la radiografía que lo certifica. El caso fue el de un perro que fue al veterinario porque en una boda se comió… ¡¡¡el cuchillo para cortar la tarta de boda!!!