Camada Linda - Parto por cesárea

Ayudando a Linda a dar a luz

Una noche de viernes cualquiera.

Las nueve menos cinco de la noche. Viernes. Ha sido una tarde tranquila y se presenta un fin de semana completo porque el sábado libraré. El equipo esta acabando de preparar el relevo. Ha llegado Héctor, el veterinario que entra de guardia, está estudiando los historiales de los animales que quedarán ingresados esta noche en el Hospital.

Ya estoy pensando en cambiarme cuando suena el timbre. En la sala de espera irrumpe una familia al completo. Padre, madre y dos hijas. Todos visiblemente preocupados. Linda, su perrita de apenas dos años, lleva un rato intentando dar a luz. Venían a pasar el fin de semana a la playa y no esperaban que su mascota se pusiera de parto, pero en el coche ha roto aguas. Su veterinario les instruyó bien al respecto: «Si eso ocurre hay que acudir al veterinario».

Un parto complicado

Linda no es una perrita cualquiera, hace unos meses sufrió un atropello y se fracturó la cadera. Por ese motivo no debería haber quedado embarazada. Su canal del parto, el espacio entre los huesos de la pelvis a través de los cuales pasan los cachorros al nacer, es demasiado angosto. Eso significa que los cachorritos deberán nacer por cesárea.

Entenderéis que estén preocupados. Saben que desde el momento en el que se desencadena el parto hay poco margen de tiempo para que los cachorros, especialmente el primero, sobrevivan al proceso.

Patricia viene a darme la noticia. Todavía no me había cambiado. Sin tener que decir nada el equipo  se ha activado de forma automática. Ya nadie piensa en el fin de semana; sólo en Linda y en sus cachorritos.

Preparando el parto por cesárea

Mientras Patricia toma los datos del cliente y de su veterinario habitual, Héctor prepara el quirófano. Yo ya estoy con Linda, sus constantes son normales. Está agitada, pero por lo demás se comporta como una campeona. Héctor y Patricia ya se han reunido conmigo. Todos sabemos lo que hay que hacer. Mientras le tomo una vía y una muestra para la analítica Patricia ya ha empezado a rasurar la zona quirúrgica. La releva Héctor que alecciona al padre de familia sobre cómo suministrar oxígeno a su mascota, es importante para que los cachorros no sufran hipoxia.

Ya estamos en la sala de imagen. Realizamos una radiografía para saber cuántos cachorros tenemos y casi enseguida valoramos mediante ecografía la vitalidad de los cachorros. Si sus pulsaciones son demasiado bajas deberemos entrar a quirófano sin dilación. Llega Patricia con los resultados de la analítica. Todo bien, no hay problema para operar. ¡Estoy orgulloso de mi equipo! A estas horas hoy sólo somos tres, pero nos compenetramos perfectamente. Sólo con una mirada ya sabemos cuál es el siguiente paso. Entramos a quirófano. Sin dejar de oxigenar a Linda yo ya me cambio para preparar todo el material quirúrgico. Todo tiene que ser rápido. El tiempo va en nuestra contra. Héctor ha inducido a Linda y mientras Patricia despide a los propietarios Héctor y yo ya hemos entubado a la paciente. La posicionamos y mientras Patricia ultima la monitorización anestésica yo ya me preparo para la incisión inicial.

Fuera el mundo sigue preparándose para el fin de semana.

Un final feliz

En pocos segundos accedo a la matriz. Tiene buen aspecto a pesar de lo abultada. Ya sabíamos que llevaba cinco cachorros. El primero está encajado, pero jamás podrá nacer sin mi ayuda. Le movilizo de vuelta al cuerpo de la matriz y empiezo a extraerlo. Hay signos de sufrimiento fetal. Sólo han pasado veinte minutos desde que Linda entró por la puerta, pero eso es mucho tiempo para un cachorro en la fase de expulsión.

No pierdo mi concentración. Uno a uno extraigo a los cinco hermanos. Héctor y Patricia se encargan de reanimarles. Todos viven, pero el primero está muy débil. A mí me toca suturar las incisiones lo más deprisa posible. Interesa que Linda se recupere rápidamente de la anestesia para que amamante a su camada.

Veinte minutos más y Linda ya está en su jaula. Ya respira por si sola aunque está muy adormilada. Mientras Patricia recoge el quirófano Héctor y yo nos turnamos con los cachorros. Los cuatro últimos ya se agarran a las mamas y empiezan a succionar ruidosamente. Linda todavía no es consciente de su maternidad.

Llamo a la familia y les doy la feliz noticia. Puedo sentir los suspiros de alivio. Preguntan cuántos machos y cuántas hembras. Tres y dos, respondo, pero uno de los tres machos ha sufrido mucho durante el parto y tal vez no salga adelante, el resto está bien.

Al volver a la zona de hospitalización, Linda levanta la cabeza. Intenta lamer torpemente a su prole, todavía bajo el efecto de los fármacos anestésicos.  Tardará todavía dos horas en acabar de recuperarse, pero al poco, podrá irse a casa.

Pienso en eso mientras escribo los informes y me voy cambiando de ropa. Me voy a casa un poco más tarde, pero mucho más satisfecho después de traer al mundo a unos cachorros que sin nuestra ayuda nunca habrían llegado a nacer. Va a ser un gran fin de semana. Sin duda.